lunes, 2 de septiembre de 2013


Los abusos del marketing infantil


“La confianza infantil en el mundo adulto lleva aparejada la confianza en los mensajes transmitidos.
Se les escapa la idea fundamental de que alguien está intentando venderle un producto, aunque entienda la diferencia entre anuncios y programas y sea consciente del propósito de la publicidad, le resultará muy difícil comprender que alguien le está intentando engañar cuando ve una serie infantil o un anuncio de un juguete presentado de forma apetecible con calculadas estrategias diseñadas por especialistas en el arte de seducir”




Este maravilloso cuadro de Donald Zolan evoca un mundo infantil donde el descubrimiento de una simple oruga causa un tremendo asombro, una infancia que tranquila y maravillosa confía plenamente en el mundo adulto. Me pregunto si muchos de los juguetes hipersofisticados que hoy están disponibles para nuestros hijos los acercan a ese mundo o más bien les borra toda memoria de que alguna vez vivieron en él.
Se acercan las navidades y como cualquier año anterior, el marketing infantil se multiplica, aunque más que multiplicarse, constituyen un auténtico bombardeo que sufren nuestros hijos con nuestro consentimiento.
Sin duda, desearán aquéllo que antes de El Día de los Reyes Magos habrán visto repetir en las pantallas cientos de veces.
A nosotros, los padres, debería preocuparnos del mismo modo que nos abstenemos de que vean películas no apropiadas para su edad. Sin embargo, lo consentimos con total naturalidad.
Sin caer en exageraciones, un anuncio televisivo expone determinados valores y modelossociales que no siempre son de nuestro agrado: muñecas extremadamente delgadas, coches de juguete que van a toda velocidad, soldados y guerreros que despachurran al enemigo.
¿No son esos estereotipos un reflejo de la mezquina sociedad de adultos que no nos cansamos de aborrecer?, entonces, ¿por qué permitimos este bombardeo indiscriminado?. La inercia, como siempre, nos impide darnos cuenta de lo que hacemos mal y no deberíamos permitir.
Por otro lado, numerosos estudios afirman que antes de los ocho años, los niños no son capaces de distinguir una emisión televisiva de una publicidad, por lo que se puede considerar este tipo de publicidad como engañosa, los niños son, por tanto, una presa fácil para asentar en ellos futuras pautas de consumo. Yo entiendo esto como una forma de manipulación.
No hay que ser ningún psicólogo infantil para deducir que algún impacto debe tener que un crío de cinco años, por poner un ejemplo, haya sido expuesto a miles de anuncios de juguetes con esa edad, y tampoco hay que ser ningún gurú de medios para intuir que los críos les pedirán con mayor probabilidad a Los Reyes Magos aquello que han visto repetido cientos de veces.
En Suecia, la publicidad por televisión dirigida a los niños está absolutamente prohibida
A muchos les sorprenderá, pero existen sitios en donde el derecho a la intrusión en la infancia predomina sobre los intereses mercantiles: en Suecia está prohibido por ley anuncios dirigidos a menores de doce años. Sí, así es, los niños suecos están exentos de esa presión publicitaria que en España como casi en todo el mundo, asumimos como normal; es más, ¿habéis reparado en ello alguna vez?.
Aprovechando la presidencia sueca de la unión europea en el 2001, representantes de ese país instaron a la Comisión Europea a legislar en este sentido para proteger a una infancia que aún no es capaz de distinguir la publicidad de la televisión, ya que los niños tienden a querer casi todo aquello que ven, más aún cuando se les presenta de una manera tan apetecible como en los anuncios, provocando así conflictos familiares. Pero su propuesta fue rechazada. Me pregunto por qué ante este rechazo no se tuvo en cuenta la opinión pública de todos los padres y madres europeos.
Esta manipulación infantil, porque no es otra cosa, supone dirigir y controlar parte del consumo familiar.
A nuestros hijos no les interesa un museo de juguetes olvidados y apenas usados en casa, sino que lo que más necesitan y requieren es atención y que pasemos tiempo con ellos.
Se puede decir más alto pero no más claro: no necesitan ninguna avalancha de regalos por navidad que a los seis meses la mayoría habrán terminado en la basura y habrán sido olvidados, estos excesos les abruma y les impide disfrutar completamente de cada uno de los regalos que reciben.
Una razón más para tirar a la basura la antena de televisión que tanto afean nuestras azoteas.