Los abusos
del marketing infantil
“La
confianza infantil en el mundo adulto lleva aparejada la confianza en los
mensajes transmitidos.
Se les escapa la idea fundamental de que alguien está intentando venderle un producto, aunque entienda la diferencia entre anuncios y programas y sea consciente del propósito de la publicidad, le resultará muy difícil comprender que alguien le está intentando engañar cuando ve una serie infantil o un anuncio de un juguete presentado de forma apetecible con calculadas estrategias diseñadas por especialistas en el arte de seducir”
Se les escapa la idea fundamental de que alguien está intentando venderle un producto, aunque entienda la diferencia entre anuncios y programas y sea consciente del propósito de la publicidad, le resultará muy difícil comprender que alguien le está intentando engañar cuando ve una serie infantil o un anuncio de un juguete presentado de forma apetecible con calculadas estrategias diseñadas por especialistas en el arte de seducir”
Este maravilloso cuadro de Donald Zolan evoca un mundo infantil donde el
descubrimiento de una simple oruga causa un tremendo asombro, una infancia que
tranquila y maravillosa confía plenamente en el mundo adulto. Me pregunto si
muchos de los juguetes hipersofisticados que hoy están disponibles para
nuestros hijos los acercan a ese mundo o más bien les borra toda memoria de que
alguna vez vivieron en él.
Se acercan las navidades y como
cualquier año anterior, el marketing
infantil se multiplica, aunque más que multiplicarse, constituyen un
auténtico bombardeo que sufren nuestros hijos con nuestro consentimiento.
Sin duda, desearán aquéllo que
antes de El Día de los Reyes Magos habrán visto repetir en las pantallas
cientos de veces.
A nosotros, los padres, debería
preocuparnos del mismo modo que nos abstenemos de que vean películas no
apropiadas para su edad. Sin embargo, lo consentimos con total naturalidad.
Sin caer en exageraciones, un
anuncio televisivo expone determinados valores y modelossociales que no
siempre son de nuestro agrado: muñecas extremadamente delgadas, coches de
juguete que van a toda velocidad, soldados y guerreros que despachurran al
enemigo.
¿No son esos estereotipos un
reflejo de la mezquina sociedad de adultos que no nos cansamos de aborrecer?,
entonces, ¿por qué permitimos este bombardeo indiscriminado?. La inercia, como
siempre, nos impide darnos cuenta de lo que hacemos mal y no deberíamos
permitir.
Por otro lado, numerosos estudios
afirman que antes de los ocho años, los niños no son capaces de distinguir una emisión televisiva
de una publicidad, por lo que se puede considerar este tipo de
publicidad como engañosa, los niños son, por tanto, una presa fácil para
asentar en ellos futuras pautas de consumo. Yo entiendo esto como una forma de
manipulación.
No hay que ser ningún psicólogo
infantil para deducir que algún impacto debe tener que un crío de
cinco años, por poner un ejemplo, haya sido expuesto a miles de anuncios de
juguetes con esa edad, y tampoco hay que ser ningún gurú de medios para intuir
que los críos les pedirán con mayor probabilidad a Los Reyes Magos aquello que
han visto repetido cientos de veces.
En Suecia, la publicidad por
televisión dirigida a los niños está absolutamente prohibida
A muchos les sorprenderá, pero
existen sitios en donde el derecho a la intrusión en la infancia predomina
sobre los intereses mercantiles: en Suecia está prohibido por ley
anuncios dirigidos a menores de doce años. Sí, así es, los niños suecos están
exentos de esa presión publicitaria que en España como casi en todo el mundo,
asumimos como normal; es más, ¿habéis reparado en ello alguna vez?.
Aprovechando la presidencia sueca
de la unión europea en el 2001, representantes de ese país instaron a la
Comisión Europea a legislar en este sentido para proteger a una infancia que
aún no es capaz de distinguir la publicidad de la televisión, ya que
los niños tienden a querer casi todo aquello que ven, más aún cuando se les
presenta de una manera tan apetecible como en los anuncios, provocando así conflictos
familiares. Pero su propuesta fue rechazada. Me pregunto por qué ante este
rechazo no se tuvo en cuenta la opinión pública de todos los padres y madres
europeos.
Esta manipulación infantil, porque
no es otra cosa, supone dirigir y controlar parte del consumo familiar.
A nuestros hijos no les interesa un museo de juguetes olvidados y apenas usados en casa,
sino que lo que más necesitan y requieren es atención y que pasemos tiempo con
ellos.
Se puede decir más alto pero no más
claro: no necesitan ninguna avalancha de regalos por navidad que a
los seis meses la mayoría habrán terminado en la basura y habrán sido
olvidados, estos excesos les abruma y les impide disfrutar completamente de
cada uno de los regalos que reciben.
Una razón más para tirar a la
basura la antena de televisión que tanto afean nuestras azoteas.